jueves, 12 de julio de 2018

El oro negro: elemento de poder y protagonista de conflictos internacionales.

El término del oro negro casa perfectamente con una sociedad que depende, de manera casi inevitable, de este recurso natural. El oro negro, a partir de la Segunda Revolución Industrial, y coincidiendo con la Primera Globalización, se convierte en un bien indispensable para el desarrollo de los países industrializados. El petróleo cambiará la forma de producir, y por ende también cambiará la forma en la que los países se relacionan en torno a él. 
El petróleo, a pesar de ser conocido desde la prehistoria, es a partir de los últimos años del siglo XIX cuando empieza a tomar una posición de ventaja respecto a otros recursos energéticos, dado el desarrollo de la industria automovilística. Sin embargo, el uso del petróleo y sus derivados se utilizan para gran diversidad de productos: combustible y naftas, keroseno, gasóleos, aceites, asfaltos, aditivos, plásticos, telas sintéticas y un largo etcétera. 
Con la creciente industrialización, los países se han convertido en agentes sumamente dependientes del petróleo, más cuando no se encuentra en su territorio. Por lo tanto el oro negro se torna un elemento no sólo de interés energético o industrial, sino también económico, político y social, convirtiéndose así en un arma en defensa de los propios intereses y un elemento de poder de unos países respecto a otros. 
En el mundo los yacimientos de petróleo se encuentran, por regla general, en países como Estados Unidos, Rusia, Iraq, Arabia Saudí, Irán, Libia, Venezuela o Nigeria. Por lo que los países que no gozan de este bien, o que no tienen métodos eficientes y rentables de extracción, se ven obligados a importarlo de estos países. Esto hace que el conflicto sea ineludible.

El petróleo tras la Segunda Guerra Mundial

El conflicto armado desarrollado entre los años 1939 y 1945 y que implicó a diversidad de países a lo ancho y largo del globo, finalizó con una situación excesivamente desigual. Un Japón destruido, así como una Europa arrasada, en contraposición al territorio estadounidense, que permaneció indemne. Las consecuencias económicas, políticas y sociales de la guerra más fraticida y violenta darán paso a una nueva manera de ver el mundo y a una nueva forma de interrelacionarse, con la ilusa intención de promover la cooperación y el respeto entre las diferentes naciones.  
Tras la Segunda Guerra Mundial, EEUU  no sufrió los terribles efectos económicos y sociales que sufrió Europa. Así, adoptó una situación ventajosa, que facilitaría su hegemonía. Además, la prosperidad económica y el consumismo fueron los ingredientes que marcaron estos años posteriores a la contienda. El crecimiento del número de vehículos, así como un ritmo de vida frenético marcaron las vivencias de la sociedad americana de la época.

Sin embargo, las tensiones entre naciones no acabaron con el conflicto bélico. El período conocido como Guerra Fría mantendría la incertidumbre hasta entrados los años noventa del siglo XX. Comenzaría así la batalla de intereses y de control político internacional.  
En torno a estos años, eran EEUU y Rusia los principales productores de petróleo, sin embargo vieron en Oriente Medio la oportunidad de obtener una situación ventajosa en lo que respecta al tablero político y económico. Sería entonces cuando EEUU, alentado por la escasez de sus yacimientos y el crecimiento exponencial de consumo de petróleo, instigase a Arabia Saudí a proporcionarle el oro negro a cambio de seguridad.  

En este contexto, en torno a los años cincuenta, los países de Oriente Medio toman conciencia de su situación. Los acuerdos de concesión firmados en el período de entreguerras, les dejaban en una condición de inferioridad respecto a los países desarrollados, que crecían gracias a este bien natural no renovable que ellos poseían. 

En el año 1951 en Irán comienza una huelga por parte de los trabajadores de la empresa petrolera angloiraní, que llevaba décadas aprovechándose de los yacimientos localizados en Irán. La huelga se extendió rápidamente por todo el país, en una escalada de violencia y tensión social. En esta coyuntura, aparece en escena un actor clave que marcará el origen del conflicto entre los países de Oriente Medio y los Estados Unidos: Mohammad Mosaddeq. El crecimiento de su popularidad entre las clases trabajadoras le hicieron llegar al poder en 1951. Su primera medida fue nacionalizar la compañía angloiraní, pasando a llamarse la NIOC (Compañía Nacional de Petróleo Iraní).  Este hecho, tuvo una gran repercusión en la prensa internacional y el resto de países, sobre todo en EEUU y Gran Bretaña, que sintieron una profunda indignación. Mosaddeq, consciente de los intereses puestos en la riqueza de su tierra por parte de Occidente, dio prioridad a la prosperidad y beneficio del pueblo Iraní.  

Aunque en un primer momento los británicos instaron a Mosaddeq a recular, no lo consiguieron, ya que además Irán tenía el apoyo de la URSS. Para dar solución a este conflicto de intereses, los ingleses llevaron al Tribunal Internacional de la Haya sus reclamaciones, donde consiguieron su legitimación. En esta tesitura, EEUU aprovechó esta situación para también defender sus intereses y frenar el avance del comunismo en el bloque oriental. Sin embargo, Mosaddeq no cedió ante las presiones, comenzando así el boicot por parte de los británicos del petróleo iraní, generando aún más conflictos sociales dentro de sus fronteras. La insolvencia y endeudamiento de Irán hicieron que Mosaddeq acudiese a los americanos en busca de apoyo, pero sus tensiones no se apaciguaron. En este contexto, se llevaría a cabo el golpe de Estado de 1953 orquestado por el servicio secreto británico y la CIA que derrocó a Mosaddeq.  

Tras un período de estabilidad, Eisenhower, actor de relevancia, fue recibido en Irán con los brazos abiertos, e Irán pasó a estar bajo la influencia de EEUU, coincidiendo con una época de bonanza de la industria petrolera.  

Tres años después del intento de Mosaddeq por poner en jaque a las potencias con la nacionalización de la compañía petrolera, será en Egipto, donde comiencen los levantamientos en contra del imperialismo norteamericano. Gamal Nasser, conocedor de su ventaja estratégica con el Canal de Suez, optará por nacionalizarlo en el año 1956. El Canal había estado controlado por ingleses y franceses, y Nasser se negaba a que esta situación se mantuviese. Fue así cómo se precipitó el conflicto, cuando Francia y Gran Bretaña optaron por sabotear los barcos y bloquear el Canal con la ayuda de Israel.  
Por otro lado, EEUU, en el contexto de la Guerra Fría, quería mantener su influencia en Egipto, obligando tanto a franceses como a ingleses a retirarse. Este enfrentamiento entre Egipto y los países anteriormente mencionados, dieron lugar al bloqueo del Canal y por tanto la subida del precio del petróleo. Este incremento de precios tuvo importantes consecuencias negativas para los países occidentales.  

 También en los años cincuenta, surgió también la voluntad de Italia de independizarse de las grandes compañías petroleras. Italia, tras la guerra, era un territorio asolado, completamente dependiente de los Estados Unidos para su recuperación. Esta búsqueda por independizarse en materia de petróleo enfureció mucho a los EEUU, que vislumbraba el riesgo de pérdida de hegemonía de las compañías angloamericanas. Italia ofreció acuerdos de extracción a Irán y a Egipto, lo que EEUU intentó impedir por todos los medios. Una vez más, las relaciones diplomáticas entre Irán y EEUU no llegaron al entendimiento. En el año 1960 Enrico Mattei culminaría con la independencia energética respecto a las grandes petroleras, con nuevos acuerdos con la URSS, lo que sin duda puso en alerta al gran poderoso norteamericano.

El nacimiento de la OPEP

Desde el año 1955 con la Conferencia de Bandung, comienzan los movimientos de oposición al imperialismo por parte de los países no-alineados. Las reclamaciones de independencia por parte de los Estados del sur empiezan a coger fuerza. La década de los sesenta quedará marcada por las guerrillas en América Latina, los conflictos armados en las colonias de ultramar del sudeste asiático, y los movimientos estudiantiles y obreros.  

En este contexto de tensión internacional, las principales compañías petroleras decidieron de manera unilateral rebajar los precios del crudo dada la superproducción. No era de extrañar, pues, que los países exportadores estuviesen descontentos con esta decisión, que perjudicaba de forma directa sus intereses teniendo en cuenta que su única fuente de riqueza era el oro negro.  

Con el inicio de la década de los sesenta se funda por iniciativa de Venezuela y Arabia Saudí, la Organización de Países Exportadores de Petróleo. Su posición de vulnerabilidad frente a las grandes petroleras hizo que varias naciones exportadoras confluyesen en la necesidad de defender sus intereses frente a ellas. Así, se forma la OPEP, compuesta por países como Venezuela, Arabia Saudí, Irán, Iraq, y Kuwait, entre otros, que se irían incorporando en años posteriores. El objetivo de la organización era decidir un precio común para su petróleo y coordinar las políticas en esta materia entre los países miembros.  

Aunque en los primeros años de vida de esta organización no tuvo el éxito que se esperaba, sería en los años setenta cuando la OPEP comenzase a mostrar su poder en el tablero internacional. Con un cincuenta por ciento de la producción mundial, estos países se percataron del poder que el oro negro les otorgaba. Asimismo, los países occidentales, cada vez más industrializados, incrementaban su dependencia respecto a los países de la OPEP y sus condiciones.

La guerra de Yom Kippur y la primera crisis del petróleo

El año 1973 marca un antes y un después en la historia del petróleo. Pero como en muchas otras ocasiones, es un conflicto bélico el que inicia el proceso de rebelión de la mano de los países de la OPEP. 
En octubre de este año, Egipto y Siria, apoyados por Jordania, lanzan un ataque contra Israel. Hay que recordar que el conflicto entre países árabes e Israel comienza décadas antes, con la ocupación y presión de Palestina por parte de Israel. Se desarrollaría pues, en 1973 la cuarta guerra árabe- israelí. En este contexto, EEUU, advertido anteriormente por los países árabes, hace caso omiso y mantiene su alianza con Israel, lo que le enfrentó directamente con Arabia Saudí, uno de los países más ricos en petróleo de la región. Las consecuencias no tardarían en llegar.  

En estos años, se estaba llevando a cabo un profundo cambio monetario internacional. Nixon, entonces presidente, incapaz de mantener el sistema acordado tras la Segunda Guerra Mundial en Breton Woods, se vio obligado a permitir la devaluación del dólar en 1971. Las transacciones del petróleo se hacían en esta moneda por lo que los países exportadores perdían mucho dinero. Este hecho fue, sin duda, el que precipitó la crisis. 

EEUU tenía el poder en la economía mundial, pero los países árabes eran conocedores del arma que poseían: el petróleo. Con razón al conflicto de Yom Kippur, los países exportadores embargan los envíos de crudo a los países aliados con Israel, siendo el primero los EEUU.  
En Kuwait, en una reunión entre los países del Golfo pertenecientes a la OPEP, se decide subir el precio del crudo un setenta por ciento, para presionar la salida de Israel del territorio palestino. El alto al fuego sólo consiguió atenuar la tensión de la situación, ya que los países de la OPEP ratificaron su poder con nuevas subidas del precio del petróleo. 

Así, en el año 1974 el precio se multiplicó, pasando de 2.5 $ el barril hasta llegar a los 10 $.2 En occidente comienza a escasear el suministro, las calles antes llenas de vehículos se vacían, las gasolineras colocan el cartel de “no combustible”. Los gobiernos intentan concienciar a la sociedad del ahorro energético, y se corrobora la trascendencia internacional de las decisiones tomadas por la OPEP, pues, por primera vez, los países del tercer mundo, ponían en jaque a Occidente. 

Occidente frente a la crisis

La crisis del petróleo provoca en Europa una auténtica crisis social y económica. Una recesión que se llevó consigo puestos de trabajo y pequeñas empresas. Estos países industrializados sufren ahora las consecuencias de no poder mantener su nivel de producción, cuando además, los precios no dejan de crecer, lo que se conoce como estanflación.

En esta tesitura, los estados industrializados invierten en nuevas técnicas y recursos energéticos para proveer las necesidades industriales y sociales. El uso de nueva tecnología más eficiente, con nuevos puntos de explotación, como en Alaska o Mar del Norte, o el desarrollo de otro tipo de energías, como la nuclear, con el objetivo de ser menos dependientes de los países de la OPEP.

La segunda crisis del petróleo

La revolución islámica se inauguró con una huelga de trabajadores en octubre de 1978. Esta huelga paró una de las mayores refinerías de petróleo del mundo, y propició la parada de la producción. El entonces miembro de la oposición, el Ayatolá Jomeini quiso sacar provecho de la inestabilidad que estaba sufriendo Irán. Con su llamamiento de resistencia frente a las potencias occidentales, el país  paró de manera total la producción, creando así una nueva subida de los precios, que llegó a un ciento setenta y cinco por ciento en algunos países.  Los conflictos y malestar dentro de sus fronteras ascendieron en una carrera de violencia, culminando en el año 1979. 

En este contexto tan incierto, surgieron tensiones entre los países de la propia OPEP. La frontera entre Irán e Iraq, territorio rico en petróleo, se convirtió en objeto de disputa entre ambos países. Sadam Husein decidió así incumplir los tratados de no-agresión firmados anteriormente con Irán. Además, Sadam Husein fue apoyado por los países del golfo, por miedo a que la revolución islámica iraní se extendiese por todo oriente medio. El régimen de Sadam Husein presumía de ser moderno y no religioso, cuestión que logró el apoyo de países como EEUU o la URSS. Con la invasión de Irán por parte de Iraq en 1980, se inaugura el conflicto entre los países más ricos en petróleo del mundo. Durante el enfrentamiento (más de ocho años de duración), se destruyeron yacimientos e infraestructuras, lo que de nuevo tuvo consecuencias en el conjunto de los mercados internacionales.

Las consecuencias de la crisis en los países del Tercer Mundo

Las consecuencias de la inestabilidad en el mercado del petróleo no sólo las sufrieron los países industrializados. Fueron, de facto, los países del tercer mundo los que soportaron de manera más contundente esas consecuencias. Fue el caso de África, con su histórico subdesarrollo, la que observó cómo sus facturas energéticas crecían día a día sin capacidad de respuesta, multiplicándose sus deudas.  
Los países de la OPEP, en cambio, vieron cómo sus ingresos crecían exponencialmente, con aumento extraordinario de la riqueza. Las ciudades en estos países crecieron, se construyeron nuevas infraestructuras, hospitales y colegios, casas y monumentales construcciones. En definitiva, países que pasaban a estar desiertos a tener ciudades súper desarrolladas.

La contracrisis

El hecho inesperado se presentó años después de la crisis del petróleo y la recesión económica. Los Estados aprendieron la lección con las dos grandes crisis de 1973 y 1979 y optaron por depender menos del petróleo. Nadie se podía imaginar que llegaría un momento de  sobreproducción en 1982 que provocase la caída repentina de los precios. Para estabilizar la situación, los países de la OPEP se comprometieron a cumplir unas cuotas de producción, sin embargo, su falta de liquidez para dar respuesta a sus enormes deudas,  les obligaba a superar esas cuotas. Se creaba así el conflicto de intereses dentro de esta organización que, previamente unida había conseguido poner en jaque a los países desarrollados.  
La brusca bajada de los precios tiene unas consecuencias desastrosas para los países exportadores, que no encontraron mejor salida que volver a abrirse a las grandes corporaciones para al menos mantener estables los precios y asegurase unos ingresos razonables.



En definitiva, el oro negro se convierte en un elemento de poder y conflicto a nivel internacional. La dependencia de las diferentes sociedades de este recurso provoca las tensiones entre países exportadores y países consumidores, que tuvieron y tendrán que entenderse para conseguir un equilibrio global. 
Desde la industrialización, los recursos energéticos, se convierten en engranaje indispensable para sostener el sistema económico imperante capitalista. El oro negro, anhelado por todos, se convierte pues un arma para frenar o por el contrario acelerar el crecimiento económico y social de una nación. Por ello, las relaciones diplomáticas, los acuerdos y cuotas en materia de petróleo se convierten en una necesidad en un mundo globalizado, cada vez más competitivo.  
Queda claro, por otra parte, que EEUU es un actor determinante en la escena internacional respecto a este bien energético. Su hegemonía le permite influir en la voluntad de sus aliados, así como en las organizaciones internacionales.



Alba Mª Rodríguez (2018)

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