domingo, 5 de junio de 2016

El factor institucional como causa de la desigualdad económica

Las posibles causas de la desigualdad económica entre los diferentes países y dentro de éstos es aún en la actualidad un tema que confronta diferentes puntos de vista. Sólo cabe estudiar cada una de ellas y observar de cerca sus nocivas consecuencias. Según un informe de OXFAM2, elaborado en 2014, “la desigualdad económica crece rápidamente en la mayoría de los países. La riqueza mundial está dividida en dos: casi la mitad está en manos del 1% más rico de la población, y la otra mitad se reparte entre el 99% restante”.

Podemos deducir, a partir de estas escalofriantes cifras, que la forma de distribuir la riqueza en el mundo es deficiente. Se presenta banal señalar como causa la geografía, cuando tenemos el ejemplo claro de África, rica en recursos, pero por desgracia condenada a la pobreza. Podemos aventurar, pues, que el problema de la desigualdad no es la escasez de recursos, si no el indebido uso de éstos y su distribución. 

Es aquí donde adquieren protagonismo las instituciones que, en muchos casos, en lugar de proteger a las diferentes sociedades frente a la disparidad económica, protegen los intereses de una élite aliada con un sistema tan competitivo como es el capitalismo. Como es sabido, el juego de la oferta y la demanda se reduce en la mayoría de los casos a un concepto de “rentabilidad” y, como hemos visto a lo largo de la historia desde el nacimiento de este sistema de libre mercado, para que unos ganen, otros deben perder. 

De este modo, las instituciones ven su función truncada, desamparando a muchos territorios que por diferentes causas, ya sean conflictos internos, geopolíticos, o en cuestiones de sanidad, no se presentan rentables ante el sistema imperante. La inversión en el desarrollo a largo plazo de estos países pobres parece considerarse poco atractivo en el mundo actual. ¿Por qué si no, dejamos a estos países fuera de la economía a gran escala, impidiendo su crecimiento y su desarrollo? 

Si echamos la vista atrás, hacia la época colonial, vemos cómo las sociedades colonizadas en la mayoría de los casos fueron víctimas de las nuevas instituciones implantadas. Éstas, legitimaron el saqueo de recursos y respaldaron incluso la limitación de las libertades en beneficio de los colonos. Los nuevos mandatarios europeos, extraerían sus riquezas y esclavizarían a sus gentes, empobreciéndolas y privándolas del ejercicio que conlleva la gestión de los productos que sus tierras les ofrecían. 

Asimismo, en la actualidad, queda latente la disfunción de muchas instituciones que se ven envueltas en el manto de la corrupción. Como nos indica Diego Bautista, las nuevas instituciones buscan un beneficio económico, perjudicando social y económicamente a los ciudadanos, y tendiendo su mano a las entidades privadas, dándolas prioridad. Además, los representantes públicos aprovechan su posición para elevar sus salarios llegando incluso a equipararlos con los del Presidente del País. 

Por todo ello, podemos concluir que el factor institucional es en gran medida responsable de la brecha económica existente. El objetivo fundamental de su constitución ha acabado por degradarse, hasta el punto de agravar una problemática tan trascendente como es la desigualdad económica.      





BIBLIOGRAFÍA 
1 D. Acemoglu, «Raíz histórica. Un enfoque histórico de la función de las instituciones en 
el desarrollo económico», Finanzas & Desarrollo, 2003, p. 27-30. 
1 J. D. Sachs, «Las instituciones son importantes, pero no para todo. No debe 
subestimarse el papel que cumplen la geografía y los recursos naturales en el 
desarrollo», Finanzas & Desarrollo, 2003, p. 38-41. 
2 A. A. V. V., «Gobernar para las élites. Secuestro democrático y desigualdad 
económica». En: 178 informe de Oxfam, 2014. 
3 O. Diego Bautista, «La corrupción de las instituciones públicas: ¿Realmente no hay alternativa?» Revista Española de Control Externo, 2008, p. 11-12. 

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